domingo, 25 de abril de 2010

JUNG Y DARTH VADER




Ahora que tengo un blog y que por lo tanto me he convertido en el referente cultural de tantos y tantos internautas sumidos en la confusión, he optado por dedicarme a temas elevados y de gran enjundia cultural. Que tiemble Belén Esteban: su estatus como faro cultural de occidente está en serio peligro.
Según Joseph Campbell (1904-1987) hay una cosa que tienen en común Harry Potter, Han Solo y Frodo Bolsón, y no sólo el hecho de que a los tres los vista Lord Voldemort, Darth Vader y Sauron (es decir: sus peores enemigos); si no algo mucho más profundo y deshuevante: los tres son un mismo héroe pero con distinto rostro.
No hay nada nuevo bajo el sol: en la corte del Rey Sol ya se bebía gaseosa, los Caballeros Templarios ahogaron Europa en letras de cambio y los antiguos griegos ya jugaban al bingo, como las señoras. Lo mismo ocurre con la imaginación humana. Todo está inventado. Es triste, pero es cierto.
Decía Séneca que sólo existen 34 combinaciones posibles en una obra de ficción -sea del género que sea- y, que más allá de eso, es imposible crear nada nuevo (y viendo las últimas películas del cine español hay que reconocer que tenía toda la razón, el jodío). En los epígrafes de "El Nombre de la Rosa", Umberto Eco llega a la conclusión de que en la literatura de misterio (lo que los ingleses llaman "whodunit", "¿quien lo hizo?"; qué jodíos ellos también) sólo hay un final que aún no ha sido utilizado: que el asesino sea el lector; y sólo por la imposibilidad física de tal supuesto. En resúmen, que a la deprimente conclusión que llegamos es que en lo que se refiere a la creación literaria, el autor no puede dar más de sí más allá de lo que ya existe: no por incapacidad, ojo -que también puede ser: ahí está Dan Brown para demostrarlo- si no porque es absolutamente imposible.
La novedad ya no está a nuestro alcance como autores. Los libros y películas que lo petan en las taquillas y en el Corte Inglés no son más que reelaboraciones de temas que tienen miles de años de antigüedad: Harry Potter, los vampiros nenaza de "Eclipse", la excesiva saga de la Tierra Media, las Guerras de las Galaxias... Todo son el producto de una ecuación. ¿Qué ecuación es esa? Es lo que el padre de la psicología Carl Jung llamó arquetipos.
Y se preguntará el lector: ¿lo queeeee? (el lector que haya tenido la peciencia de llegar hasta aquí, que ya es echarle ganas, oiga). Pues bien, desorientado amigo: un arquetipo, para decirlo con sencillez, es una idea que se aloja en lo más profundo de nuestra psique y es común a todos los mortales: una especie de marca de fábrica que todos tenemos incrustada en el cerebro, como esas muñecos que dicen una frase cuando se les tira de una cuerda o se les da a un botón. ¿Y quién puso ahí nuestros arquetipos? ¿A ver, venga, quien fué el listo? No se sabe. Según Jung y su discípulo Joseph Campbell el orígen de los arquetipos estaría en nuestras ocultas pulsiones psicológicas: miedos nocturnos, complejos de Edipo, frustraciones y toda esa mierda.
Otros autores como Vladimir Propp piensan que en realidad todos esos elementos comunes del relato de ficción no tienen un orígen psicológico, si no histórico: son el reflejo de costumbres y realidades seculares, casi míticas. Hay una frase en su obra "las raíces históricas del cuento" una frase muy lucha: "Antes de la Revolución (se refiere a la soviética) creíamos que el folklore era producto de la incultura y el sometimiento de las clases bajas; ahora sabemos que es algo más: es el recuerdo de los orígenes y costumbres de una sociedad". Se puede decir más alto, pero no más claro.
Para Propp todos los cuentos de hadas (y, por definición, cualquier ficción) siguen un mismo patrón de arquetipos que reflejan una realidad remota, a veces olvidada: la Princesa, el Héroe, los enanos, las brujas, las hadas... todo ello es la transformación de una realidad en fantasía. Si a los hallazgos de Propp les añadimos los estudios comparativos de James Frazer nos damos cuenta de que esos mismos arquetipos están presentes a lo largo de todo el globo: no sólo hay enanos en la Tierra Media: también existen en el imaginario japonés, azteca, congoleño y hasta en las leyendas populares de Soria capital. Lo mismo puede decirse de los dragones, las brujas, las manzanas envenenadas y las diferentes versiones de "Madrileños por el mundo". El cuento de la Cenicienta ya se escribió antes en Pekín, y mucho antes en Antananaribo: la Cenicienta podía llamarase de muchas maneras: Cenicienta, Chu Lin, Unga-Donga, María Dolores... Pero siempre es la misma pringada que le hace de chacha a sus hermanas y luego da un braguetazo monumental.
Y volvemos a Darth Vader, Harry Potter y demás. Todos ellos, insisto, son el mismo héroe; y su cliclo heróico es idéntico siempre. Tal y como establece Campbel en "Las Mil Caras del Héroe", el camino vital del protagonista de una saga siempre tiene el mismo patrón, que resumo aquí: 1-La vida del héroe en su ambiente habitual. 2-Planteamiento del conflicto o llamada de la aventura. 3-Encuentro con el mentor sabio (v.g: un Gandalf el Gris, un Obi Wan Kenobi, un Iñaki Gabilondo...). 4-pruebas, aliados y enemigos. 5-prueba dificil o traumática. 6-recompensa, camino de vuelta y resurrección. ¿Les suena? Lógico: es un esquema del argumento del 90 por cien de las novelas y películas que venden en la Fnac.
Y uno se preguntará: ¿si son todas iguales, por qué tienen tanto éxito? Precisamente por eso: porque son todas iguales, y porque satisfacen la sed de nuestros "arquetipos". O bien: ¿si son todos iguales, por qué unas se convierten en un fenómeno de masas y otras no? ¿Por qué medio mundo tiene camisetas de "Harry Potter" y no de "Las aventuras de Merlínez, el Niño Mago"? Ah, amigo, ahí ya influye la habilidad que tenga cada autor de combinar los arquetipos haciendo que parezcan algo nuevo. O, dicho de otra forma: que no es lo mismo copiar que interpretar. Y ahí queda eso. Feliz día del libro.

1 comentario:

  1. A mi me encantan los que dicen que una novela es, o no es, original. Es que me parto. Como si algo pudiera ser o no ser original, a estas alturas que, como bien dices, todo está inventado.

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