martes, 16 de marzo de 2010

RÉQUIEM PARA DOS PORTEROS


Pedro Muñoz Seca (1879-1936), dramaturgo español, recibió una vez una petición extraña: el matrimonio de porteros de su edificio había fallecido recientemente, y sus hijos querían que el insigne escritor les dedicara un epitafio rimado para añadirlo a su esquela. Muñoz Seca, sin pensarlo mucho, improvisó los siguientes versos:
Fue tal su laboriosidad
y la virtud de los dos
que están con seguridad
en el cielo junto a Dios.
Muy bonito y emotivo. El problema era que el epitafio debía ser aprobado por la diócesis antes de ser publicado, y el obispo de turno adujo que Muñoz Seca no era nadie para decir quien iba al cielo y quien no, que eso era un designio exclusivamente divino y que, en resúmen, su epitafio rozaba la herejía. Así las cosas, el dramaturgo escribió una segunda versión que decía así:
Se fueron los dos en pos
donde va siempre el que muere.
Pero no están junto a Dios
porque el obispo no quiere.
El obispo se agarró un cabreo digno de un patriarca bíblico al leer esta nueva versión y, como es de suponer, la vetó con la misma intransigencia preconcilar con que había vetado la primera. Ya algo mosqueado, Muñoz Seca envió a la archidiócesis una tercera versión de la esquela en la que se podía leer:
Flotando sus almas van
por el éter débilmente
sin saber qué es lo que harán,
porque desgraciadamente
ni Dios sabe donde están.
En resúmen: que al final los porteros se quedaron sin epitafio. Con la Iglesia hemos topado.

QUIERO SER COMO BEECHAM


Sir Thomas Beecham (1879-1961) fue un músico inglés. Muy inglés. Tremendamente inglés. Tan inglés, de hecho, que tuvo la ocurrencia de fundar la Real Filarmónica de Londres y además fue director artísitico de la Ópera del Covent Garden. No nos sorprendería saber que además se diese baños de té con pastas.
Como le sucede a muchos genios, sir Thomas Beecham fue un hombre extraordinariamente despistado. Estando en un hotel de Manchester se le acercó una dama a saludarlo.
- Sir Thomas, es usted el músico más sublime de toda Gran Bretaña. Soy su más ferviente admiradora -dijo la dama-. Estoy segura de que recordará el día que nos conocimos, ¿verdad? Fue en la fiesta de cumpleaños de mi hermano.
Sir Thomas no tenía ni pajolera idea de quien era aquella señora ni mucho menos su hermano. Pero como buen gentleman, trató de disimular.
- ¡Oh, por supuesto, por supuesto! ¿Y qué tal se encuentra su hermano? ¿Sigue trabajando en... lo suyo?
- Está muy bien, gracias -respondió la dama. -Y sí: sigue siendo el Rey de Inglaterra.
En otra ocasión sir Thomas ensayaba con la Filarmónica cuando, muy alterado, dejó de dirigir y exclamó:
- ¡Mal! ¡Muy mal! ¡El segundo trompeta está tocando demasiado fuerte!
- Maestro: el segundo trompeta telefoneó hace media hora para decir que llegaría tarde.
- Bien, pues cuando llegue díganle que toca demasiado fuerte.

domingo, 14 de marzo de 2010

COMO LLAMARLE ARROYO AL AMAZONAS...


Insultar es un arte. A Francisco Umbral le dijo cierta escritora que sólo tenía talento para el insulto. Ahí es nada. En una época en la que el arte del ninguneo ajeno pasa por sus horas más bajas -no hay más que echarle un vistazo a un debate parlamentario o a un día cualquiera en "Sálvame" para darse cuenta-, me viene a la memoria el genial exabrupto rimado que le dedicó el poeta Juan Pérez Creus (1909 - 1999) a la periodista Eugenia Serrano. Dice así:


Llamarte fresca pobre sonaría;
llamarte zorra, no daría tu talla
pues por puta te tienen las personas.

Y llamarte putísima sería
como llamarle cerro al Himalaya,
como llamarle arroyo al Amazonas.

Bellísimo. Que cada cual piense a quien se lo dedicaría.

jueves, 4 de marzo de 2010

EL EXTRAÑO CASO DE MOZART Y LOS ESPÍAS CHECOSLOVACOS



"Amadeus" (1984) fue una de las películas de más éxito de Milos Forman. Inspirada en un hipotético enfrentamiento entre Antonio Salieri y Mozart (que nunca tuvo lugar, por cierto), la película es todo un estudio sobre la locura y la obsesiva búsqueda de la inmortalidad.

En el papel del atormentado Antonio Salieri encontramos al actor F. Murray Abraham, cuya carrera posterior ha sido bastante irregular (si es que alguien cree que interpretar a un científico/espiritista/cazafantasmas loco en la terrible "13 Fantasmas" merece ser considerado parte de una carrera cinematográfica decente); sin embargo su interpretación de Salieri es como la copa Danone de nata y chocolate: roza la perfección.

Algunas localizaciones de "Amadeus" fueron rodados en Praga, por aquel entonces la capital del estado satélite soviético de Checoslovaquia. El equipo y los actores fueron alojados en un decadente hotel de la ciudad, tan pequeño que la mayoría se vieron obligados a compartir habitación. A Murray Abraham le tocó como compañero a un miembro del equipo demasiado aficionado a las peliculas de 007, y empeñado en ver espías comunistas por todas partes.

- Te apuesto lo que quieras a que la habitación está llena de micrófonos ocultos -dijo a Murray Abraham en una ocasión. El concienzudo émulo de James Bond puso todo el cuarto patas arriba hasta que, finalemente, bajo una de las alfombras, encontró una extraña placa redonda y metálica, atornillada al suelo.

- ¡Lo ves! ¡Lo sabía! Estos comunistas están grabando todo lo que decimos.

A pesar de que Murray Abraham no estaba muy convencido, se prestó a ayudar a su compañero a desatornillar aquel extraño artefacto y destruírlo. Con la ayuda de un cuchillo fueron quitando los apliques uno tras otro, con gran trabajo y dedicación. De pronto, al retirar el último tornillo, se escuchó un estruendo espantoso que venía del piso de abajo, como si hubiera reventado una cristaleria.

Lógico: el "micrófono" que los intrépidos cineastas habían desatornillado era el agarre de la lámpara de una de las suites del primer piso.

Murray Abraham cuenta que ante aquel hecho reaccionaron de la única manera posible: se hiceron los suecos y bajaron a cenar como si nada hubiera ocurrido. Faltaría más.

PELIGRO: DRAMATURGO SUELTO


El premio Nóbel José Echegaray (1832-1916) estrenaba en Madrid uno de sus dramones tremendos al que asistía como público Ramón del Valle-Inclán, con la sana intención de reventar el estreno.
En una de las escenas del drama uno de los actores, para describir a una mujer, dice: "tiene usted nervios de acero bajo una piel de seda"´; momento en el que Valle-Inclán se pone en pie y grita:
- ¡Eso no es una mujer! ¡Eso es un paraguas!
Gran escándalo. El público grita, patea o vitorea según sus preferencias. El vecino de butaca de Valle-Inclán le afea su conducta:
- ¿Y quién es usted, si puede saberse? -pregunta el escritor gallego.
- ¡Don José Echegaray es mi padre, señor mío!
- ¿Está usted seguro de eso?
A Valle-Inclán lo echaron a gorrazos del teatro. Un tratamiento nada sorprendente para un escritor, Valle-Inclán, que perdió el brazo en una reyerta de bar y a quien Pedro Muñoz Seca dijo una vez con tono paternal:
- Ay, don Ramón, no se esfuerze, que por más que se ordeñe usted la barba no le va a salir toda la mala leche que lleva dentro.

miércoles, 3 de marzo de 2010

HABLA, PUEBLO, HABLA


Más de las memorias de Ossorio y Gallardo, llenas de catetadas y cotilleos sobre el electorado rural de la España de principios del siglo pasado.
Cuenta Ossorio que cierto cacique de un ignoto pueblo mesetario se disponía a dar el salto a la política nacional. Sus paisanos le habían prometido apoyo electoral a cambio de que, cuando el cacique llegase a los altos puestos de gobierno, hiciera construir una carretera que comunicase el pueblo con la capital de la provincia. El día en que el futuro estadista abandonó el pueblo le agasajaron con una fiesta rica en chorizos, vinazos y cantos regionales. En el momento más emotivo de la fiesta, el alcalde se puso en pie y le dedicó al cacique un poema nacido de su propia inspiración que decía así:
"Serás pronto diputao
y también serás menistro.
Si no haces la carretera
ponte a bien con Jesucristo".
Con un electorado así, a ver quien tiene huevos para no cumplir las promesas electorales. Vaya plan.

...Y BENDITO EL FRUTO DE TU CARTERA MINISTERIAL



Los diputados de antes sí que los tenían bien puestos, no como los de ahora, que agarran el coche oficial hasta para ir a comprar el pan. Durante el reinado de Alfonso XIII los políticos que optaban a un asiento en el hemiciclo se curraban cada voto viajando de pueblo en pueblo. Don Ángel Ossorio y Gallardo (1873-1946), que fue ministro de Fomento durante el gobierno de Antonio Maura, cuenta en sus memorias como tuvo que acudir a un pueblo sito en lo más profundo de la profunda castilla, de nombre alucinante e impronunciable.

Los entrañables paletos alfonsinos no estaban acostumbrados a recibir a tan ilustres visitantes, y lo único con lo que contaban para engalanar el pueblo eran los adornos de la fiesta dedicada a la Inmaculada Concepción de la Virgen, que celebraban cada año por todo lo alto. A pesar de ello, los aldeanos se pusieron su mejor boina y maquearon el pueblo de arriba a abajo para recibir al ministro visitante.

Ossorio y Gallardo relata como al llegar a dicho pueblo le salió al paso un grupo de hombres y mujeres de punta en blanco, que lo recibían bajo un enorme cartel en el que podía leerse:

¡BENDITA SEA TU PUREZA!

Por lo menos no se les ocurrió rezarle un rosario.

martes, 2 de marzo de 2010

¡ORDEN, SEÑORÍAS! (ESO ME LO DICES EN LA CALLE)


Quien ahora se escandalice al ver los follones que arman los diputados los días que hay sesión, podría consolarse pensando que los diputados de ahora resultan finos y hasta educados si los comparamos con los de hace algunos años. Cualquiera acabaría más zumbado que el pecho de un gorila o haciendo votos de clausura si tuviera que moderar una sola de las sesiones que tenían lugar durante la II República Española (1931-1936).
Un ejemplo: en las muy jugosas memorias de Manuel Azaña, encontramos un pequeño relato de una sesión cualquiera que nos hace pensar en que si ésos eran los Padres de la Patria, cómo saldrían los hijos. Dice así:
" (Santiago Alba) malintencionado como siempre, e inoportuno, también como siempre (...), tuvo la ocurrencia de llamarlos (a los socialistas) "genízaros". (Los socialistas creyeron que les había llamado "eunucos"). El escándalo fue tremendo. Se precipitaron sobre él para pegarle. Saltaban de banco en banco, rodaban por el suelo. Algunos agrarios y radicales hacían valla delante de Alba (...). Le gritaban "¡ladrón!" y otros insultos consonantes. La ex mujer de Alba, que no se pierde sesión, era la que más alto gritaba y coreaba los insultos de la mayoría".
Con semejantes diputados la única solución posible habría sido instalar una cámara en el hemiciclo y nombrar Presidente de las Cortes a Jorge Javier Vázquez.

¡SEÑOR, SÍ, SEÑOR!


Durante el reinado de Isabel II (1833-1868) el "lobby" que tenía la sarten por el mango era el de los militares. De todos los mostachudos generales que gobernaron a taconazos la España decimonónica, el más quinqui fue sin duda Ramón María Narváez, primer duque de Valencia (1800-1868). Era llamado "El Espadón de Loja", fue siete veces jefe del Gabinete de Ministros de la Reina y el puntal más firme del reinado de Isabel II; de hecho poco después de la muerte del general, el chusco reinado de Isabel se vino abajo y a la Reina la pusieron en la calle mientras veraneaba en San Sebastián, poniéndose ciega de pintxos de merluza a la vizcaina.
Narvaéz fue el "Sargento de Hierro" del Gobierno, un Clint Eastwood de la España del romanticismo. En cierta ocasión convocó a su despacho al Ministro de Gracia y Justicia para que firmase unas sentencias de muerte. El Ministro quiso negarse -pobre- a estampar su nombre en la sentencias:
- General, mis creencias, mi ética y mi moral me impiden sancionar la muerte de un ser humano; que es lo más sagrado que existe.
Narváez miró al Ministro y expuso sus razonamientos.
- Mire, señor Ministro: con una mano ahora mismo coge la pluma y me firma estas sentencias y con la otra, si quiere, me toca usted los cojones.
Lo más curioso de todo es que Narváez pertenecía al Partido Moderado.

lunes, 1 de marzo de 2010

LA ASPIRINA DE PASCAL


Un pensamiento del cineasta de origen ruso Sacha Guitry (1885-1957), dedicado a todos aquellos para quienes un número primo es un siete con cara de tonto y no son capaces de distinguir una raíz cúbica de un rábano cortado en daditos.
"Pascal combatía el dolor de cabeza haciendo ecuaciones; yo he combatido las ecuaciones con el dolor de cabeza".
Del propio Pascal se decía que, leyendo una obra de Racine, exclamó:
- ¡Es preciosa! ¡Parece una ecuación!
Fijación la de este señor con las ecuaciones, oyes.