Quien ahora se escandalice al ver los follones que arman los diputados los días que hay sesión, podría consolarse pensando que los diputados de ahora resultan finos y hasta educados si los comparamos con los de hace algunos años. Cualquiera acabaría más zumbado que el pecho de un gorila o haciendo votos de clausura si tuviera que moderar una sola de las sesiones que tenían lugar durante la II República Española (1931-1936).
Un ejemplo: en las muy jugosas memorias de Manuel Azaña, encontramos un pequeño relato de una sesión cualquiera que nos hace pensar en que si ésos eran los Padres de la Patria, cómo saldrían los hijos. Dice así:
" (Santiago Alba) malintencionado como siempre, e inoportuno, también como siempre (...), tuvo la ocurrencia de llamarlos (a los socialistas) "genízaros". (Los socialistas creyeron que les había llamado "eunucos"). El escándalo fue tremendo. Se precipitaron sobre él para pegarle. Saltaban de banco en banco, rodaban por el suelo. Algunos agrarios y radicales hacían valla delante de Alba (...). Le gritaban "¡ladrón!" y otros insultos consonantes. La ex mujer de Alba, que no se pierde sesión, era la que más alto gritaba y coreaba los insultos de la mayoría".
Con semejantes diputados la única solución posible habría sido instalar una cámara en el hemiciclo y nombrar Presidente de las Cortes a Jorge Javier Vázquez.
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