
Los diputados de antes sí que los tenían bien puestos, no como los de ahora, que agarran el coche oficial hasta para ir a comprar el pan. Durante el reinado de Alfonso XIII los políticos que optaban a un asiento en el hemiciclo se curraban cada voto viajando de pueblo en pueblo. Don Ángel Ossorio y Gallardo (1873-1946), que fue ministro de Fomento durante el gobierno de Antonio Maura, cuenta en sus memorias como tuvo que acudir a un pueblo sito en lo más profundo de la profunda castilla, de nombre alucinante e impronunciable.
Los entrañables paletos alfonsinos no estaban acostumbrados a recibir a tan ilustres visitantes, y lo único con lo que contaban para engalanar el pueblo eran los adornos de la fiesta dedicada a la Inmaculada Concepción de la Virgen, que celebraban cada año por todo lo alto. A pesar de ello, los aldeanos se pusieron su mejor boina y maquearon el pueblo de arriba a abajo para recibir al ministro visitante.
Ossorio y Gallardo relata como al llegar a dicho pueblo le salió al paso un grupo de hombres y mujeres de punta en blanco, que lo recibían bajo un enorme cartel en el que podía leerse:
¡BENDITA SEA TU PUREZA!
Por lo menos no se les ocurrió rezarle un rosario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario