domingo, 28 de febrero de 2010

NIHIL OBSTAT



Pío IX (1792-1898) y la Reina Isabel II de España (1830-1904) tenían mucho en común: los dos fueron preeminentes figuras políticas de su época, los dos eran gordos y bajitos y los dos solían vestir con faldas. Además, la reina española era muy beata y santurrona, a pesar de que tenía fama de promiscua (fama que, dicho sea de paso, se había ganado a pulso).

A pesar de su disipado comportamiento sexual, el Pontífice quiso condecorar a Isabel con la más alta distinción concedida por el Vaticano: la Orden de la Rosa de Oro. Cuando Pío IX sopesó la idea con su Cardenal Secretario de Estado, éste se escandalizó y no pudo evitar exclamar:

- Pero, Santidad... ¡Si es una puttana! (que significa exactamente eso que el lector está pensando).

El Papa asintió gravamente y luego, levantando un dedo en actitud preconciliar, respondió:
- Puttana..., ma pia.

Esto es: furcia pero beata. Ante tan contundente razonamiento, el cardenal no encontró nada que objetar y finalmente la Reina fue condecorada. Y punto en boca.

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